
La novela también se hace eco de episodios especialmente importantes, como la poliomielitis que dejó una huella imperecedera en su cuerpo o los estragos de una salud física y mental quebradiza, así como ciertas premoniciones de dolor y muerte que se harían realidad años después y que aparecen reflejadas con especial acierto en las ilustraciones de Gabriel Pacheco.
Todo ello está narrado con calidez, tanto en el tratamiento de los personajes como en la narración de las situaciones más duras en una vida marcada por el dolor –«De esa agonía sin fin que ha sido mi vida, diré: fui como un pájaro que hubiese querido volar y no pudo»– pero también por el amor y una creatividad ilimitada. Aunque se trate del relato de una infancia que pudo ser pero no fue, ello no empaña en absoluto la fascinación que ejerce la figura de Frida –nombre que significa Paz– Kahlo, una gran mujer que también fue niña.”
(Lucas Esteban, Heraldo de Aragón)
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