Inteligente y emotiva mirada del momento de la pérdida de Cuba, enfocada desde ambas orillas.
De la autora de Piopá y las gaviotas, y Claudia, aprendiz de bruja, en la colección El Duende Verde.
Con ilustraciones a color de Eduardo Estrada
Finales del siglo XIX: España está a punto de perder Cuba como colonia. Mientras en tierras cubanas se libra una guerra sangrienta, en España, sin embargo, la mayoría de los españoles no se percata de lo que está ocurriendo. Gabriel y Tam, dos muchachos cubanos de trece años, están dispuestos a luchar como sus padres, sin ser conscientes del riesgo que conlleva y de que todavía son demasiado jóvenes para ello. Paralelamente, en Jerez de la Frontera, Pedro, un muchacho español que sirve en casa de una familia adinerada, sufre por su hermano Juan, que ha sido enviado a la guerra de Cuba.
Una historia de amistad y de esperanza, en la que asistimos al conflicto bélico visto desde las dos orillas.
La autora
M.ª Carmen de la Bandera nació en El Burgo (Málaga). Es licenciada en historia, maestra y animadora de lectura. Durante muchos años ejerció la enseñanza y eso le ha dado un conocimiento de los gustos y la manera de acercarse a los niños/adolescentes. Sus libros tienen un estilo cálido y cercano. Los personajes reflejan problemas y vivencias con los que el lector se siente identificado. Tiene facilidad para conectar con los jóvenes lectores fruto de su carácter extrovertido y sus muchas tablas en la enseñanza. También colabora en revistas literarias y pedagógicas.
El ilustrador
Eduardo Estrada nació en Madrid en 1967. Colaborador habitual de El País, comenzó a dibujar con cinco años, y posteriormente asistió a clases de pintura. Posteriormente, inició estudios de arquitectura, que abandonó en sexto porque no le gustaba cómo se ejercía la profesión (trabajó en estudios desde segundo). La arquitectura le sigue apasionando y es un tema recurrente en sus ilustraciones. Su objeción de conciencia es la culpable de que ahora sea un ilustrador profesional. La prestación social le llevó a un centro cultural del ayuntamiento de Madrid y, para no aburrirse, organizó talleres de dibujo, óleo y acuarela y se dedicó a la enseñanza más de tres años. Fue una alumna enfermera la que le comentó en 1999 que su jefe, cirujano, buscaba ilustrador para un tratado que estaba escribiendo, así que preparó un tablero de dibujo y montó un estudio en casa.
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